domingo, 21 de octubre de 2012

Las palabras


Las palabras sirven para expresar lo que sentimos, lo que pensamos, lo que vivimos, sufrimos, amamos. Nuestras alegrías y tristezas. Los momentos que queremos dejar grabados no solo en la memoria sino también por medio de lo escrito para nunca olvidar.

Sucede que muchas veces tenemos experiencias fuertes que quisiéramos compartir y no lo hacemos porque no encontramos las palabras para decirlo o escribirlo. Y sucede también que a veces leemos la experiencia de alguien, un pensamiento, un sentimiento descrito en palabras, un libro, una historia, una novela y nos identificamos. Creemos que esa persona nos está describiendo, que le está poniendo nombre y palabras a lo que está en nuestro interior. ¿Por qué no escribir lo que sentimos?, ¿Por qué no compartirlo? Pienso que tenemos miedo de mostrar qué hay dentro de nosotros. Tenemos temor a que algo tan importante y significante pueda no ser valorado por el otro de la misma manera en que uno lo valora. Pensamos que seremos juzgados, o que nos veremos débiles y frágiles si compartimos nuestros sentimientos, si damos a conocer nuestro mundo interior que a veces se encuentra encerrado bajo mil candados.

Usa las palabras. Úsalas para ponerle nombre a las cosas que suceden en tu interior, para descifrar tus sentimientos –a veces contradictorios-. Úsalas sin miedo para compartir quién eres, qué vives, qué sientes, qué piensas. 


Quizás en estos momentos mientras estás leyendo este escrito, te estás identificando. Ponte a pensar en la influencia que tú podrías tener en los demás si también escribieras y compartieras lo que hay dentro de ti. 

lunes, 30 de enero de 2012

Así es mi amigo



Te diré cómo le conocí:
Había oído hablar mucho de Él, pero no hice caso. 
Me cubría constantemente de atenciones y regalos, pero nunca le di las gracias. 
Parecía desear mi amistad, y yo me mostraba indiferente. 
Me sentía desamparado, infeliz, hambriento y en peligro, y Él me ofrecía refugio, consuelo,   
apoyo y serenidad; pero yo seguía siendo ingrato. 
Por fin se cruzó en mi camino y, con lágrimas en los ojos, me suplicó: ven y mora conmigo. 


Te diré cómo me trata ahora:
Satisface todos mis deseos.
Me concede más de lo que me atrevo a pedir. 
Se anticipa a mis  necesidades. 
Me ruega que le pida más. 
Nunca me reprocha mis locuras pasadas.


Te diré ahora lo que pienso de Él:
Es tan bueno como grande.
Su amor es tan ardiente como verdadero.
Es tan pródigo en Sus promesas como fiel en cumplirlas.
Tan celoso de mi amor como merecedor de él.
Soy su deudor en todo, y me invita a que le llame amigo.


Robert H. Benson

viernes, 20 de enero de 2012

‎"Es necesario que sepas que el corazón de la gente tiene que ser muy grande y debe caber en él todo lo que a uno le gusta" - Zezé



sábado, 29 de octubre de 2011

Algunas fotos que tomé en el 2010 en Paracas



Finalizando el mes morado



Uno de los meses que más llama mi atención y que me cuestiona mucho, es el mes morado, mes del Señor de los Milagros, mes del turrón de doña pepa y mes en que las mujeres visten con sus trajes morados. El fervor, devoción y oración que se vive durante este mes es muy impresionante y me hace pensar en cómo está mi fe y qué tanto voy avanzando.
Hace unos días tuve la oportunidad de ir a la misa que se realiza a las 7:30 am afuera de la Iglesia de las Nazarenas y que da inicio a la tradicional procesión. Era la tercera o cuarta vez que iba en toda mi vida y creo que no dejaré de sorprenderme de la cantidad de personas que iban con mucha devoción para adorar a la imagen y pedir con mucha fe por sus milagros.
Si bien nunca he sido muy partidaria de ir a estas misas por la gran cantidad de gente que congrega, la experiencia que tuve al ir fue bonita y valió la pena el esfuerzo. No solamente pedí por mis milagros, sino que también tuve al anda al frente mío lo que me permitió acordarme de todo el amor de Dios y me sentí unida a toda la Iglesia en un espíritu de oración.
¡Hasta el próximo año Señor de los Milagros!

jueves, 13 de octubre de 2011

Los colores de la montaña


La semana pasada agregué una nueva película a mi lista de favoritos. Se trata de Los colores de la montaña, película colombiana dirigida por Carlos Cesar Arbeláez.
Para quienes no la han visto, se las recomiendo y les copio una breve sinopsis:
La historia gira alrededor de Manuel, un niño de 9 años. Él sueña con llegar a ser guardameta y juega todos los días al fútbol con sus amigos. Por su cumpleaños recibe de parte de su padre un balón nuevo. En un accidente inesperado el balón cae dentro de un campo minado que se encontraba muy cerca del lugar donde siempre jugaban. A pesar del peligro Manuel decide no abandonar su balón y convence a Julián y Poca Luz, sus dos mejores amigos, de recuperar el balón como de lugar. En medio de las aventuras y los juegos infantiles, los signos de un conflicto armado aparecen en numerosas ocasiones y se presentan en la vida de los niños y los habitantes del lugar de diversas formas y manifestaciones.
Haciendo un análisis, la fotografía de la película me pareció bastante buena. A pesar de que trata un tema duro, que es justamente la violencia y sufrimiento que traen las guerrillas colombianas, las tomas de los paisajes y las montañas verdes expresan un aire de libertad, pureza y esperanza que hace que el espectador pueda encontrarse con muchos sentimientos contradictorios. Por un lado, vemos la inocencia y transparencia de estos niños, en especial de Manuel (el personaje principal), quienes perciben la realidad de una manera distinta a los adultos, matizándola con sus travesuras y aventuras; y por otro, nos encontramos también con el sufrimiento e incomprensión que ellos sienten, pues en muchas ocasiones no entienden lo que está pasando a su alrededor.
Lo interesante de la película es que uno termina viéndola con los mismos ojos de los niños, y termina sintiendo lo que ellos sienten. Existen varias escenas en donde uno no llega a saber qué pasó exactamente y no encuentra respuestas, lo cual creo que refleja el propio sentimiento de los niños que no llegan a comprender muchas cosas.
Arbeláez no pinta la violencia como estamos acostumbrados a verla: escenas fuertes, sangre, malicia. Él le da un giro y la muestra por medio de la esperanza y astucia de la niñez, lo cual la hace muy interesante y hasta me atrevería a decir “bonita” dentro de todo.
La inocencia de los niños es muy colorida y ésta se refleja en cada una de las montañas y los colores alegres y luminosos que nos muestra la película como si fuera una poesía. La vereda la Pradera está sufriendo, la violencia invade el espacio; sin embargo, Manuel va más allá de esto y pinta sus hermosas montañas que rodean el lugar donde vive.







En fin, creo que es una película llena de simbología y con unos personajes muy interesantes de analizar. Vale la pena verla. Cuando terminó lo único que sentía eran ganas de escribir, pues estaba cuestionada. Me dejó pensando y me conmovió el corazón ver cómo a pesar de una realidad tan dura de violencia y sufrimiento, aún existe esperanza y alegría. Las miradas iluminadas de los niños, la transparencia, libertad, valentía y como no las montañas, me abrieron el horizonte y me hicieron pensar en cómo los niños tienen una mirada distinta de la realidad que los adultos. Creo que es importante mantener siempre ese brillo en la mirada.


miércoles, 12 de octubre de 2011

La felicidad viene en trocitos

Hace un tiempo estaba con mi carro en la avenida El Corregidor esperando que la luz cambie a verde para poder continuar con mi camino. Mientras los segundos del semáforo se movían (a veces esos segundos parece que fueran más largos de lo normal) empecé a ver lo que había a mi alrededor, hasta que mi mirada se detuvo en un cartel de los chocolates Hershey's que decía: "La felicidad es que tu despertador no se despierte" o "La felicidad es encontrar un billete en el bolsillo de tu pantalón". La campaña publicitaria utilizada me hizo mucha gracia y me pareció buena ya que me identifiqué con las frases y pensé cuántas veces me he alegrado de encontrar plata (que ni me acordaba) en mi pantalón o en una de mis carteras, o mejor aún, cuántas veces me ha alegrado levantarme en plena madrugada y que aún falten muchas horas para que suene el despertador . Creo que esta campaña recurre a sentimientos cotidianos e imperceptibles de las personas con los cuales uno se puede identificar. Claro que está de más decir que eso no es felicidad realmente si es que consideramos el verdadero sentido de la felicidad. Pero simplemente quería comentarlo porque me parece un cartel divertido.

Ahora, no piensen que escogí ese nombre para mi blog por la campaña de los chocolates. Por más que me encanten, el sentido del nombre para mí tiene un significado más profundo. Lo escogí porque tengo la experiencia de tener muchas cosas en mi vida que me hacen feliz y es poder tener pedacitos del cielo aquí en la tierra.